La revisión de Choi y Cho, publicada en la edición de mayo de 2016 de Endoscopia Clínica, describe el rol terapéutico del trasplante de microbiota fecal (FMT) en trastornos no gastrointestinales (GI) que incluyen afecciones neurológicas y psiquiátricas como autismo, síndrome de fatiga crónica, trastornos del humor, esclerosis múltiple y enfermedad de Parkinson [1].
Los autores informan evidencia clínica que describe cómo la restauración de la microbiota intestinal y la corrección de la disbiosis intestinal a través del FMT se asocian con la mejoría de los síntomas en los trastornos neuropsiquiátricos. Esto se logra a través de la modulación del eje del intestino-cerebro, un concepto que se ha enfatizado recientemente, por ejemplo, en el caso del autismo [2].
Si bien se reconoce el papel de la microbiota intestinal en la influencia sobre el desarrollo y la función del cerebro [3], poco se sabe sobre el papel de la microbiota cerebral intrínseca y su relación con la microbiota intestinal y, por lo tanto, con el FMT. En 2013, Branton et al. [4], demostraron que, en los cerebros de primates humanos y no humanos, los microbios están presentes en ausencia de cualquier enfermedad infecciosa o inmunodeficiencia. Estos microbios están representados, en su mayor parte, por bacterias que se encuentran comúnmente en el suelo y el agua. Los autores postularon que estas bacterias ingresan al organismo a través del consumo oral o la inhalación, y son transportadas al cerebro por las células del sistema inmune. Los linfocitos y macrófagos activados que vigilan constantemente el cerebro actuarían como «caballos de Troya», transportando los microbios intracelularmente [4]. Esta última observación destaca aún más el papel del sistema inmune en la conexión de la microbiota intestinal con la microbiota cerebral [4].
Recientemente demostramos que las alteraciones del drenaje linfático cerebral pueden ser responsables de las lesiones en los cerebros de niños autistas [5,6], y se puede formular la hipótesis de que tales alteraciones de la circulación linfática cerebral afectan la composición de la microbiota cerebral. Por lo tanto, se debe evaluar el concepto de disbiosis cerebral, junto con el concepto de disbiosis intestinal, cuando se considera la FMT para los trastornos neuropsiquiátricos. La FMT también puede ayudar a corregir la disbiosis cerebral, siempre que las funciones de las células del sistema inmune y del drenaje linfático cerebral no se vean comprometidas.
Referencias:
1. Choi HH, Cho YS. Fecal Microbiota Transplantation: Current Applications, Effectiveness, and Future Perspectives. Clin Endosc. 2016;49:257–265. [PMC free article] [PubMed]
2. Li Q, Zhou JM. The microbiota-gut-brain axis and its potential therapeutic role in autism spectrum disorder. Neuroscience. 2016;324:131–139. [PubMed]
3. Bauer KC, Huus KE, Finlay BB. Microbes and the mind: emerging hallmarks of the gut microbiota-brain axis. Cell Microbiol. 2016;18:632–644. [PubMed]
4. Branton WG, Ellestad KK, Maingat F, et al. Brain microbial populations in HIV/AIDS: α-proteobacteria predominate independent of host immune status. PLoS One. 2013;8:e54673 [PMC free article] [PubMed]
5. Bradstreet JJ, Pacini S, Ruggiero M. A New Methodology of Viewing Extra-Axial Fluid and Cortical Abnormalities in Children with Autism via Transcranial Ultrasonography. Front Hum Neurosci. 2014;7:934. [PMC free article] [PubMed]
6. Bradstreet JJ, Ruggiero M, Pacini S. Commentary: Structural and functional features of central nervous system lymphatic vessels. Front Neurosci. 2015;9:485. [PMC free article] [PubMed]
Este artículo ha sido traducido al castellano. Puedes acceder a la publicación original aquí. |
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